Fecha de nacimiento: 14.05.1932
Lugar de nacimiento: Pachuca
Miembro de la AAPBP desde: 1981
Tipo de pintura: Pintor con boca y pie


 

Nací el 14 de marzo de 1932, en Pachuca Hidalgo, México.

Yo siempre he afirmado que la razón de haber nacido con discapacidad es brazos y piernas fue a causa de un eclipse de sol que hubo en enero de 1932, dos meses antes de que yo naciera y que afectó mi gestación normal.

A la edad de nueve meses, los doctores trataron de ayudar a que mis miembros tuvieran un desarrollo más o menos normal mediante una operación quirúrgica. Gracias a ello puede caminar más tarde aunque sea con dificultad, pero mis brazos y manos nada se puedo hacer.

Cuando tenía ocho años, toda la familia nos mudamos a vivir a la ciudad de México, y no obstante mis limitaciones físicas en comparación con las normales de mis hermanos, mi infancia fue muy feliz, pues nunca se hizo ninguna distinción dolorosa conmigo, pues mis padres a todos nos trataban igual.

Cuando apenas teníamos dos años de haber llegado a la capital, nuestra vida cambió bruscamente al morir de manera repentina mi padre. El golpe fue terrible para todos, pero para mi madre fue mayor, pues no solamente había perdido a su compañero sino que ahora estaba sola con diez niños que mantener. Aún ahora que lo veo a más de 60 años de que aquello pasó, no puedo más que admirarle a mi señora madre el gran coraje, temple y abnegación que tuvo en aquel entonces para sacarnos adelante. Y además, el darse tiempo necesario para dedicarme para enseñarme a leer y escribir en casa.

Desde pequeño acepté mi limitación, por lo que fui desarrollando una especial facilidad para hacerlo todo con lo pies: tomar los juguetes, las tijeras, los libros, etc. Y con eso mi madre decidió que lo más natural sería que mis primeras letras las hiciera toman el lápiz con los pies. Y gracias a Dios, resultó.

Fui un aficionado del dibujo. Y así pasaron los años sin que tuviera claro cual sería mi destino, hasta que en 1950 tuve el primer destello de esperanza. Participé en un concurso organizado por Ediciones José G. Cruz, en donde participarían decenas de jóvenes y gané el primer lugar. Al cumplir los 31 años de edad, mis expectativas de vida parecían bastante sombrías.

La mayoría de mis hermanos y amigos ya habían tomado su propio camino e iniciado su proyecto de vida, pero yo seguía ahí, como estancado sin lograr casi nada. Hasta que en 1963 en un periódico salió una convocatoria de la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie, en la Ciudad de México, donde se nos invitaba a quienes pintáramos o dibujáramos con la boca o con el pie, a presentar muestras de nuestros trabajos y ver si calificábamos para ser becados por esa Asociación.

En ese momento me sentí aturdido por lo que estaba leyendo. Yo no podía creer que existieran otras personas que dibujaran con los pies como yo y menos que existiera una Asociación que nos ofreciera apoyo económico mediante becas. Así que no perdí el tiempo y llevé mis tres mejores dibujos. Me dijeron que los enviarían a la oficina central y desde entonces me convertí en la sombra del cartero… ¡Y por fin llegó!  El 21 de enero de 1964, a poco más de dos meses de haber entregado mi solicitud a la APBP me dio la gratísima noticia de haber sido aceptado como becario. ¡Ese fue el día más maravilloso de mi vida!

¡A partir de ese momento todo fue diferente! Si mis días antes eran vacíos y sin sentido, ahora cada minuto lo utilizaba en mejorar mi técnica para dibujar con mi pie derecho y luego para comenzar a pintar de igual manera, pues fue uno de los requisitos que me pidió la Asociación, y gracias a Dios y a base de mucho esfuerzo y dedicación, fui incorporándome casi empíricamente al maravilloso mundo de la pintura.

De eso hace ya más de cuarenta años y a lo largo de estas cuatro décadas, la pintura me ha dado todo: prestigio, dignidad, respeto, estabilidad económica, amistades sinceras, pero sobre todo la oportunidad de demostrar con mi ejemplo que Dios nunca nos abandona y que al haber existido personas como el señor Arnulf E. Stegmann, fundador de la Asociación, en 1956, nos dieron a las personas como yo la bendición de una vida productiva y digna, negándonos a ser una carga para la sociedad.

Desde abril de 1998, y por razones de salud, tuve que dejar de pintar con mi pie derecho, y ahora lo hago con la boca. Y así seguiré luchando día a día sin descanso atendiendo al gran amor de mi vida: la pintura.

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