- Fecha de nacimiento: 26.03.1968
- Lugar de nacimiento: Tapachula, Chiapas, Mexico
- Becaria de la AAPBP desde: 2009
- Tipo de pintura: Pintora con la boca
Soy la hija menor de cuatro hermanos.
Mis padres se dedicaban al comercio de comida regional. Tuve una niñez normal como cualquier niño sano de mi edad, hasta que se me manifestó una extraña debilidad en las articulaciones que fue en aumento.
En ese momento yo cursaba el 2do año de secundaria, cada día me resultaba más difícil levantarme de la cama y las articulaciones me dolían de manera terrible.
Al principio mis padres me trataron de curar con medicina alternativa (herbolaria y otras opciones) pero sin ningún resultado. Fue entonces cuando recurrimos con un médico alópata y me diagnosticó artritis reumatoide. Los medicamentos que me daban sólo me calmaban un poco el dolor, la enfermedad progresaba y mis padres preocupados al observar el avance de la misma, decidieron trasladarme a la Ciudad de México para recibir una atención médica especializada. Mi padre y mis tres hermanos se quedaron en Tapachula trabajando para enviarle dinero a mi madre para solventar los gastos de estancia y tratamientos que eran muy costosos.
Después de un largo tiempo, tuvimos que regresar, sin obtener ningún beneficio para mi salud, lamentablemente nada se pudo hacer para detener mi enfermedad. Al poco tiempo mi padre falleció de un coma diabético, mis hermanos para entonces ya estaban casados, por lo que mi madre y yo nos quedamos solas. El clima cálido de la ciudad aceleraba mis dolores, mi hermano mayor, quien radicaba en Cuernavaca, Morelos, nos ofreció su apoyo, por lo que nos fuimos a vivir con él al año de haber fallecido mi padre y el mayor anhelo de mi madre era encontrar la cura de mi enfermedad.
En ese tiempo mis articulaciones ya estaban deformes, la esperanza era una cirugía reconstructiva; los médicos me ofrecían un 70% de mejoría y mi madre gestionó apoyo económico para poder solventar la operación. Después mi madre y yo vivíamos solas en un departamento de interés social. La vida me tenía preparado otro momento difícil, donde mi madre pierde la vida a causa de un accidente, fue atropellada y muere instantáneamente; desde ese suceso llegan a mí los días más complicados y difíciles de mi vida.
Gracias a Dios nunca me faltó la ayuda de los buenos vecinos generosos que me ofrecían un plato de comida, y me ayudaban a moverme de un lado a otro en mi departamento. La vecina que más me ayudó fue la señora Toñita.
Al quedarme sola, empecé a pintar cerámica y de alguna manera tomé cursos para perfeccionar mi técnica. Después empecé a impartir clases a niños y adultos para pintar cerámica; todo gracias a que algunas amistades me conseguían grupos en diferentes lugares donde vivían.
De alguna manera empecé a ganarme la vida para cubrir mis necesidades más indispensables. Tuve que solicitar el apoyo de una persona para que me asistiera de manera personal, porque ya no podía estar sola y de manera inesperada llegó a la puerta de mi casa una niña de nombre Mercedes (Meche) quien me ofreció sus servicios, para ese entonces, mi salud se había deteriorado de tal manera que ya no podía caminar y me encontraba en una silla de ruedas. Tanto mi salud como mi situación económica fueron tocado fondo.
Por fin un día, alguien me dijo que me contactara con la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie, en busca de ayuda. Mandé una carta explicando mi situación y mi interés por la pintura. Pasó un tiempo, no sé precisar cuanto, pero recuerdo muy bien que una noche antes había tenido una crisis de dolor y desesperación, le pedí con todas mis fuerzas a Dios y a San Judas Tadeo que por favor me mandara a alguien que se hiciera cargo de mí, pues yo ya no podía más, Mercedes quien me cuidaba, se encontraba en estado de depresión a causa de mi situación, pues a sus 14 años, hacerse cargo de mí y en mis condiciones, no era sencillo, pues tenía pena de dejarme sola, ya no podía pagarle; después de llorar tanto y de dialogar en voz alta con Dios y San Judas Tadeo, me puse en sus manos y la calma llegó a mi alma.
Me quedé profundamente dormida, al amanecer como a las 10:30ª.m recibí la llamada más agradable de mi vida, un ángel llamado John Grepe me dijo que quería conocerme y al día siguiente tocaron a mi puerta y cual sería mi sorpresa que la persona que se había comunicado el día anterior estaba frente a mí. Le comenté mi situación, me desahogué de todos los problemas que en ese momento me consumían, después de una larga charla y al percatarse de que mi salud estaba muy deteriorada, en ese momento lo que me pidió fue que comiera bien y que fuera atendida por un médico especialista y que una vez hecho lo anterior, platicaríamos sobre el trabajo de pintura; a partir de ese momento me brindó su protección y cariño.
Cuando estuve lista para empezar a pintar, el señor John Grepe me presentó a Juan Carlos González, becario de la Asociación, quien me brindó su apoyo y asesoría para aprender a pintar con la boca. Unos meses después fui aceptada en la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie, como becaria. Tuve la fortuna de recibir apoyo de la maestra Magda Torres Gurza, para perfeccionar mi técnica al óleo en “La Tallera de Siqueiro” en Cuernavaca, Morelos. El ser becaria de la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie, ha transformado mi vida de manera radical, ahora tengo un ingreso económico que me ayuda a superarme día a día como persona y me siento una mujer productiva como cualquiera.
Todos los días me esfuerzo por ser mejor en mis obras y tengo la plena confianza de que en un futuro no muy lejano destacaré como artista plástico, pues encontré en la pintura un motivo para seguir adelante, convirtiéndose este arte en la razón de mi vida. La vida para mí ha sido un constante reto, pero a pesar de ello soy una mujer de fe, sueños y esperanza. He sido muy afortunada porque ha puesto en mi camino a seres extraordinarios como el ángel que llegó a mi vida, el señor John Grepe (mi querido abuelo John) a quien siempre llevaré en mi corazón y viviré eternamente agradecida , pues el amor, cariño y comprensión que me daba me hizo sentir que no estaba sola.
Gracias infinitas al fundador de la “Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie” por haber trazado un maravilloso camino lleno de colores al triunfo.