Todos mis hermanos y yo nacimos perfectamente sanos gracias a Dios. Fuimos 12 hermanos y yo fue el onceavo.

Lo que a mí me pasó fue un fatal accidente. En 1992 estaba cursando mi 1er año en la Universidad, en la Licenciatura de Sistemas Computacionales y todo iba marchando muy bien en mi vida. El 16 de agosto de ese año, se organizó un paseo al Río San Miguel con varios amigos, incluso iba mi novia Viki y sus papás.

El lugar es muy bonito y sus aguas muy tranquilas, ideales para nadar. Cuando llegamos, todos comenzamos a jugar en el agua para divertirnos; algunos de mis amigos se subieron a un tronco de un árbol que estaba a la orilla del río a tirarse clavados, al verlos, yo hice lo mismo, pero mi error fue caer muy cerca de la orilla chocando mi cabeza con el fondo, quedando al instante sin movimiento alguno. Al ver mis amigos que no salía a la superficie, fueron y me sacaron a tiempo, un poco más y hubiera muerto ahogado, ya que la corriente me había arrastrado por varios segundos.

Rápidamente fui llevado al hospital para ser atendido. Por momentos recuperaba el sentido y volvía a quedar inconsciente. Los doctores diagnosticaron fractura de la 6ta vértebra cervical, lo que significaba que quedaría cuadripléjico por lesión medular.

Tuve atención especial en un programa de rehabilitación, pero finalmente me convencí de que tenía que seguir adelante tal y como estaba. Afortunadamente, además de la solidaridad de toda mi familia y a los cuidados especiales de mi hermana Tere, gracias a su profesión de enfermera, siempre conté con el apoyo de mi novia Virginia Flores Contreras, quien siempre estuvo a mi lado desde el día del accidente, alentándome con su presencia y su amor, ya que sin ella, hubiera sido más difícil esta situación. Nos casamos el 14 de marzo de 1998 y tuvimos una linda niña.

Mi ingreso a la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie fue porque conocí a la Profra. Lidia de Jesús Cháidez López, quien ya era becaria. Ella me platicó ampliamente sobre la labor humanitaria y artística que realiza esta Asociación Internacional y la verdad, me sorprendió todo lo que esta organización representa en el mundo. De inmediato me interesé y Lidia me invitó a tomar clases de pintura con ella.

La pintura se ha vuelto para mí una gran experiencia creativa y una importante razón para hacer grandes planes a futuro. La dedicación de la Profra. Lidia para enseñarme a pintar, me permitió avanzar muy rápido y a los 8 meses de haber empezado mis clases, ella me animó a enviar algunos de mis mejores cuadros a la Asociación, para pedir mi ingreso.

Mientras esperaba la respuesta, pensaba que tal vez no sería aceptado, pero mi esposa Vicky me alentaba diciéndome que no tenía duda que sí lo lograría. Y tuvo razón, cuando la respuesta afirmativa llegó fue como un verdadero regalo del cielo; de inmediato le hablé a Lidia para decirle que lo habíamos logrado porque sin su enseñanza jamás hubiera obtenido la beca.

Ahora, mi ilusión es seguirme superando en la calidad plástica de mis obras, claro, con la ayuda y asesoría profesional de Lidia, a quien le agradezco infinitamente todo el apoyo que me ha dado para lograr el comienzo de una nueva etapa en mi vida, porque yo sé que la pintura, además de permitirme expresar mi creatividad y  mis emociones, me ayudará a mejorar mi calidad de vida, a ser un mejor esposo, un mejor padre y un mejor ser humano.

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