Mi madre se llama Raquel Martínez de la Torre y mi padre Marcelino Lozano Jiménez.

Somos 6 hermanos y yo fui el segundo.

Mi padre cayó en problemas de adicción y desde niños, fue mi madre la que trabajó para sacarnos adelante. Por esta razón solamente cursé la escuela primaria y ya no pude seguir estudiando.

Empecé a trabajar a los 11 años para ayudar a mi madre, íbamos de niños a la central de abastos a conseguir fruta y verdura para que mi madre pudiera venderla y así sostenernos.

Mi adolescencia fue difícil y tuve que irme a vivir con una tía. Empecé a tener malas amistades y a no encontrarle sentido a la vida, en ese entonces yo tenía 20 años.

Un día al estar subiéndome a una barda, caí de 11 metros de altura y sufrí una lesión medular C5, que me dejó cuadripléjico.

Durante 2 años estuve en una fuerte depresión y fue al año y medio después de mi accidente, que me dio anemia por desnutrición y mis llagas estaban infectadas. Mi madre me llevó al hospital y gracias a Dios y a mi madre, pude verme en el espejo y me dije a mí mismo: “yo no puedo continuar así” y nació en mí un deseo de salir adelante y de tener una segunda oportunidad para rehacer mi vida.

He buscado actividades para colaborar económicamente con mi familia, como vender tortas ahogadas a la salida de la Iglesia o pastel de queso. Pero siempre pensé en escribir un libro o empezar a pintar.

Siempre estuvo presente en mí la idea de pintar. Y fue gracias a mi primo Israel que conoció a Saúl López Montañez, becario de la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie, que mi vida cambió radicalmente.  Al visitarlo en el mes de enero del 2008, me hizo la invitación para pintar y fue así como tracé mis primeras pinceladas en un lienzo.

Algunos meses después de conocer a Saúl López, tuve la oportunidad de tomar 8 clases con un profesor independiente y fue en enero del 2009 que realicé un curso sabatino por 6 meses en el Centro Cultural Cabañas, con el maestro Juan Luis. Y sigo estudiando en este prestigiado Centro.

El pintar, me llena de emoción y disfruto cada momento, me transporta a un espacio de calma.

Tuve la gran dicha de conocer a la mujer más maravillosa de mi vida, Sharon Amairini Alarcón Téllez, quien a partir del 12 de septiembre del 2009, hizo mi sueño realidad y ahora vivo felizmente casado.

Ahora, al igual que Saúl López, soy becario de la Asociación de Pintores, fue el 1ero de marzo de 2010 que este sueño se hizo realidad. El pertenecer a la Asociación de Pintores, me permite ser independiente, tener una mejor calidad de vida y desarrollarme como artista.

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