Nací el 4 de junio de 1943 en la Ciudad de México.

Mi familia fue humilde pero en donde siempre hubo mucho cariño.

Después de terminar la primaria, entré a la secundaria pues mi máxima ilusión era llegar a ser contador público.

Mi abuelita veía con buenos ojos mi intensión de llegar a ser profesionista, pero debido a nuestra mala situación económica no era posible costear mis estudios, por lo que busqué trabajo para poder seguir estudiando.

Desde el primer año puse mi mejor esfuerzo en todas las materias, destacando principalmente en modelado de arcilla, plastilina y dibujo. También me gustaba mucho la educación física y los deportes en general.

Casi al finalizar el tercer año, comencé a tener algunas molestias físicas. Continuamente me dolían las rodillas y los codos. Después el dolor se extendía a todo el cuerpo.

Alarmada, mi abuelita me llevó al médico, quien me recetó un tratamiento. Durante algunas semanas tuve una cierta mejoría y con mucho esfuerzo pude terminar el ciclo escolar. Después tuve una recaída tan violenta que me tuvieron que llevar al hospital.

El diagnóstico fue Artritis Reumatoide Masiva, recomendando que fuera canalizado al Hospital de Nutrición para mi tratamiento. Ahí fui atendido por varios especialistas, quienes por más de seis meses, me recetaron los mejores medicamentos que había en esa época (1958), desafortunadamente sin tener una mejoría.

Me administraron cortisona y diversos tratamientos; mi aparato circulatorio resultó seriamente afectado y los músculos de mis extremidades quedaron totalmente debilitados, destinándome a permanecer en cama de por vida.

Habían transcurrido casi diez años entre medicinas y hospitales. Mi familia y yo estábamos agotados y descorazonados por tanto esfuerzo y tan pocos resultados.

Buscando la forma de hacer algo para contribuir a tener algún ingreso para apoyar a mi familia, le pedí a mi hermano que me consiguiera una cartulina y unos lápices para intentar hacer algunos dibujos con la boca y ver si los podían vender.

Los primeros que hice fueron malos, el espacio entre mi boca y el papel era muy corto, lo cual me dificultaba el trazo. Un día vi por ahí un tubito de aluminio y le pedí a mi hermano que le insertara el lápiz en un extremo para ver si podía dibujar mejor y funcionó!

Durante varios meses fui mejorando mi técnica de dibujo con este pequeño invento, hasta que llegó otro mejor. En una ocasión que mi hermano regresó de trabajar, trajo a casa un pequeño acuario con peces. Entonces noté que el filtro de aire tenía unos tubitos de plástico como el de aluminio que yo usaba para dibujar y de inmediato le pedí que me consiguiera uno para cambiarlo y también resultó, incluso fue mejor porque el plástico pesa menos que el aluminio.

Los años fueron pasando y fui cayendo en un oscuro desencanto pues no le veía una solución productiva realmente a mi vida. Yo rezaba mucho para que Dios iluminara mi camino.

Un día al despertar, prendí la televisión, fue en el año de 1981 y como parte de la programación, pasaron una entrevista con el señor Demetrio Herrera Olivares, pintor que hacia su obra con el pie y que pertenecía a la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie en México.

Para mí fue nuevo ver a alguien capaz de pintar con su pie y saber que existía una Asociación que apoyara a personas como yo.

De inmediato me comuniqué para obtener los datos de la Asociación y así es como les hice llegar mi trabajo para ser aceptado como becario.

Por fin, en 1982, ingresé a esa maravillosa Asociación que habría de darle a mi vida un giro tan increíble que aún ahora, a más de veinte años de pertenecer a ella, me cuesta trabajo evaluar todo lo que he recibido: amigos, foros de exposición, seguridad económica, difusión de mis obras, apoyo para seguir mejorando como artista, pero sobre todo la enorme satisfacción de saberme útil para mi familia, para la sociedad y para mí mismo.

Al permitirme Dios estar en estas alturas de mi vida, he llegado a comprender que no hay que lamentarnos nunca de las adversidades, porque siempre habrá una luz que nos ilumine. Por lo pronto, yo seguiré viviendo para pintar y pintando para vivir.

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