Mi nombre es Rosario Elena Millán Félix, nací el 18 de agosto de 1955 en la Ciudad de Los Mochis, Sinaloa. Soy la hermana mayor de ocho hijos que tuvieron mis padres.  Mi infancia fue algo triste pues a la edad de 8 meses de nacida padecí una terrible enfermedad infecciosa del sistema nervioso que me dejó con parálisis cerebral.

Esta enfermedad causó que yo no pudiera llevar una vida como cualquier otra persona, ya que sufrí de discriminación por mis problemas de salud. Esto hacia que no me sintiera segura de mí misma y no salía a la calle por temor a que se burlaran de mi, ya que no puedo caminar ni coordinar los movimientos de mi cuerpo, por lo que me traslado en silla de ruedas; tampoco puedo hablar de manera normal.

La familia por parte de mi mamá me apoyaba poco, pero la familia de una tía me apoyó mucho en mi infancia. Ellos me hicieron cambiar mi forma de pensar y me ayudar a entender que las personas no me iban a ver con rechazo por mi enfermedad, que siempre hay gente buena que nos rodea.

Al paso de los años yo quise tratar de ayudar a mi familia con los gastos de la casa, así que un día compre dulces y con la ayuda de una sobrina, me fui a venderlos. Esto no era sencillo, porque las calles no estaban pavimentadas y se atoraba mi silla de ruedas, pero eso a mí no me importó.

Con el tiempo esto hizo que yo misma me sintiera fuerte, con valor de enfrentarme a lo que fuera sin temor alguno y empecé a adquirir una vida independiente. Esa fue la mayor ventaja de mi enfermedad.

Intente embarazarme desde los 22 años pero finalmente lo logré a los 38 años, cuando tuve a mi hijo Mario Ignacio Millán.

Durante 4 años una amiga, la profra. Lidia de Jesús Cháidez, becaria de la Asociación Mundial de Pintores con la Boca y con el Pie, me estuvo invitando a tomar clases de pintura, para que ya no trabajara en la calle y para que no me expusiera a tantos peligros. Aunque al principio lo sentía un poco complicado por la falta de control de mis movimientos corporales, pero al pasar el tiempo me di cuenta de que podía hacerlo bien y me esforcé aún más por aprender. Y así fue que poco a poco con la práctica adquirí una mayor habilidad para pintar con la boca y hasta ahora sigo  haciéndolo y considero que mejoro un poco cada día.

Esto de pintar con la boca ha superado mis expectativas de vida pues estoy haciendo algo que jamás me imagine hacer y que me saliera tan bonito, pues no lo imaginaba  poder hacer por mi discapacidad tan severa, pero gracias al esfuerzo constante lo estoy logrando. Con esto siento que me quito el estrés, me libero de las tensiones y me siento relajada. Además en el taller de la maestra Lidia existe un ambiente muy motivador de aprendizaje, de convivencia y de ayuda entre todos los que asistimos. Es algo que me está cambiando la vida pues, yo misma he quedado impresionada de las cosas que estoy haciendo.

Quiero tener en mi vida mayores oportunidades de ser feliz y salir adelante por mí y mi familia. Me siento realizada como mujer y como madre, pretendo ser una mejor persona cada día y ser para mis  seres queridos un apoyo en sus vidas.

Fui aceptada como becaria en la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie en marzo de 2012, lo que me hace muy feliz y me permite a crecer como persona y artista.

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