Mi nombre es Omar Ríos Martínez, nací el 16 de julio de 1989.
Cuando nací, mis padres no sabían que tenía una discapacidad motriz hasta que cumplí 18 meses, durante esta parte de mi vida vivíamos en casa de mi abuelo materno en Hidalgo, cuando mis papás vieron que yo no realizaba actividades que los niños realizan a esa edad, se preocuparon mucho y me llevaron al Hospital General de Hidalgo donde les dijeron que tenía una discapacidad llamada parálisis cerebral infantil.

Mis papás decidieron traerme al Distrito Federal para ser atendido en el Hospital General de México, donde me dieron terapias 3 veces a la semana durante dos años, posteriormente me daban cita para valorarme cada tres meses y las terapias las hacia diariamente en casa. Durante este período asistí durante año y medio a un centro de masajes en el Estado de Hidalgo, para este tiempo ya tenía tres años y medio de edad.

Al ver que el desarrollo era lento, recurrimos al Hospital Reynes, ubicado en Xotepingo, Hidalgo. En el hospital dijeron que yo no requería operación sino otro tipo de terapias, por esta razón me canalizaron al Hospital del IMAN. Mis papás programaron una cita en el hospital para una valoración, al realizar la valoración consideraron que podía ser atendido en el “Centro de Atención Gaby Brimmer” del DIF.

En el centro de atención me abrieron un expediente y en el año 1992 empezaron mis terapias, las cuales recibía tres veces por semana. Para ese entonces yo ya tenía 4 años. Durante este lapso de año y medio, vivimos en casa de un tío hermano de mi papá llamado Pedro. En el centro Gaby Brimmer me canalizaron con una psicóloga que me atendió durante tres meses para ver si tenía la capacidad de entrar a la escuela. Durante este tiempo vivimos en casa de mi tío Víctor, en esta época me tuve avances importantes en mi rehabilitación, ya podía sentarme y empezaba a pararme.

En 1994 a la edad de 5 años ingrese al jardín de niños dentro del mismo centro de rehabilitación “Gaby Brimmer” como requisito me pedían que vivera en el D.F., por esta razón tuvimos que volver a vivir con mi tío Pedro, que vive en Santa Martha Acatitla.
La escuela está dentro del centro de rehabilitación, así que saliendo de la escuela me pasaba a la rehabilitación tres veces por semana, además de esto, cada tres meses me valoraban a fin de saber que tanto progreso tenía.
En 1996 ingrese a la primaria CAM N° ll DEL DIF en el cual curse los 6 años sin repetir ninguno.
Por circunstancias económicas nos vimos en la necesidad de regresar a vivir con mi tío Víctor, afortunadamente mis papás llegaron a un acuerdo con el servicio de trasporte que me llevaba a la escuela, lo que me permitió no abandonar mis estudios.

Durante estos años sucedieron cambios en la familia, nació mi hermano Rubén y conviví más con mis primos. Cuando estaba de vacaciones salía a jugar futbol con mis primos, yo me trasladaba en una andadera de madera que hizo mi papá a mi medida. En el ámbito escolar al estar cursando el segundo año, me di cuenta que se me facilitaba más escribir con la boca que con la mano y que se entendía mejor. Durante ese año recibí varios reconocimientos por participar en actividades académicas y deportivas.

Al llegar a quinto año, me seguían dando mis terapias como estaban programadas, así que aprovechaba el tiempo tomando clases de francés, inglés e italiano, sin embargo la maestra que nos daba estas clases estaba contratada para ayudar en nuestro cuidado y alimentación, por esta razón no tengo un documento que avale las clases de idiomas. Estos cursos duraron alrededor de 8 meses, después me canalizaron para que tomara las terapias en el horario de las clases de idiomas y ya no fue posible continuar.

En la primaria fui el mejor estudiante, me felicitaban por mi desempeño académico.
Al grado que fui nombrado como abanderado, mis papás adaptaron un tubo en la silla de ruedas para poder llevar la bandera. En este tiempo resultó imposible que mi mamá me llevara de Chalco a Cárcel a esperar el transporte, debido a que ya estaba embarazada de mi hermano Eder, así que decidimos rentar un cuarto en Santa Martha Acatitla ya que nos dimos cuenta que gastábamos lo mismo en pasajes que en rentar un cuarto.

Cuando cursaba sexto año participe en el concurso de escoltas integradas por alumnos con discapacidad que se llevo a cabo en el Colegio Militar, en donde concursaron varios CAM. Nosotros ocupamos el octavo lugar del concurso, por esta razón no nos dieron diploma.
Al realizar mi examen para ingresar a la secundaria, fui el que obtuvo la más alta calificación.

Al entrar a secundaria, las primaras semanas me resultaron muy difíciles, ya que la maestra de sexto de primaria me decía que yo no tenía la capacidad para cursar la secundaria, sin embargo siempre mi mamá me ha dado ánimo, en ese tiempo nos cambiamos de casa porque nos pidieron el cuarto que rentábamos.

En la secundaria me di cuenta de lo que es realmente el estudio, nos exigían más y todo era más difícil, pero al mismo tiempo me permitió hacer mas amigos y conocer a nuevos maestros.

Durante la secundaria lleve el taller de artes plásticas, donde aprendí varias técnicas como son repujado, vitral, pintura al óleo, alto relieve, entre otras. Después de seis meses empecé a participar en concursos de pintura o carteles.

En el ámbito académico a punto de terminar el segundo año, me dieron un reconocimiento por ser el alumno más destacado del plantel y me nombraron abanderado de la escolta.

Hubo una convocatoria de aprovechamiento escolar, el director de la secundaria me eligió para llevar a cabo un examen, el cual no me permitieron hacer porque iba a mojar la hoja con saliva, al poco tiempo el periódico levanto una nota de lo sucedido.

Terminé la secundaria en tres años con un buen promedio, sin embargo llegó la hora de decidir si seguía estudiando o no, lo cual era una difícil decisión.
Después de recibir platicas acerca de las escuelas y bachilleratos, me decidí por el Conalep Iztapalapa, por la cercanía a mi domicilio, elegí la carrera de asistente directivo. Hice mi registro al examen de CENEVAL, el cual respondí de forma oral, obteniendo 64 aciertos, lo que me permitió quedarme en la opción seleccionada: plantel Iztapalapa.

Al entrar a Conalep el ambiente era totalmente diferente, tenía que convivir con compañeros que no tenían ninguna discapacidad y adecuarme a trabajar al mismo ritmo que ellos. Además de que las tareas y los trabajos eran diseñados para gente sin discapacidad, así que me costó mucho trabajo mantener el paso, con el apoyo de mis primas que capturaban lo que les dictaba de mis tareas, es como yo me pude  mantener al corriente, otra parte importante es el apoyo de mis compañeros, que ponían calca a sus apuntes para darme la copia y yo en mi casa pegaba los apuntes al cuaderno.
Algunos profesores pensaban que sería muy difícil adaptar sus clases a mi discapacidad, pero yo les he demostrado que no es así, que yo soy el que se adapta a su forma de trabajar.

A medida que pasaban los semestres, mejoraba mi desempeño y esto se veía reflejado en mis calificaciones. Y lo más maravilloso fue que mi maestra de historia vio una pintura que pinte con la boca y me preguntó que si yo la había hecho y fue cuando me dio un folleto de la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie.  Inmediatamente hablé por teléfono y el Sr. John Grepe me explicó el cómo hacer mi solicitud para ser aceptado como becario. Me seguí preparando y envié a la oficina central de la Asociación, 5 de mis mejores pinturas junto con los documentos personales que me indicaron. Y fue el 01 de marzo de 2009 que me otorgaron una beca para desarrollarme como artista y llegar a ser profesional.

Durante el tiempo que estuve en el Conalep, me pasaron varias cosas: en una ocasión, íbamos mi hermano y yo a la papelería, llevaba su bici y jalaba mi silla, la cual se volteó y me lastimé la cara y perdí 3 dientes, lo cual me impidió escribir por un largo tiempo.

Hice mi servicio social durante 3 meses en el mismo plantel en el que estudié en la oficina de Promoción y Vinculación, me dedicaba a capturar las vacantes que llegaban para la bolsa de trabajo.

Y dentro de las actividades escolares, participé en eventos como la expo PYME formando  parte de un equipo de trabajo diseñando, elaborando y comercializando vitrales, portarretratos de vidrio y otras artesanías en cristal, así como cuadros pintados al óleo y en alto relieve realizado por mí.

Gracias a la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie, he podido tomar clases particulares de pintura aprendiendo diferentes técnicas, lo cual le ha dado un sentido a esta etapa de mi vida y mi sueño es llegar a ser un artista profesional.

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